C A P I T U L O    P R O V I N C I A L    2 0 0 8  

Eucaristía de apertura del Capítulo provincial intermedio 2008 de la Provincia de San Pedro y San Pablo de Michoacán

H  O  M  I  L  I  A
del Ministro Provincial Fr. Eulalio Gómez Martínez, ofm

on Francisco, el de la Gracia de los orígenes, hoy decimos: En el nombre de la suma Trinidad y de la santa unidad, Padre e Hijo y Espíritu Santo. Amén.

De acuerdo a nuestro Seráfico Padre que declaró al Espíritu Santo como el Ministro principal de la Orden y de acuerdo a la inspiración de Dios dada en el pasado a nuestra Provincia y plasmada en nuestros Estatutos generales, hoy prolongamos unidos a tantas generaciones provinciales que han comenzado sus Capítulos en este lugar de Pentecostés, donde estamos los discípulos en oración con María, la Madre de Jesús, introducidos en el corazón eucarístico de Cristo donde alcanzamos el corazón del Padre.

María sabe de la novedad revolucionaria de Dios, tanto en el momento de la anunciación donde dócilmente cambió su mentalidad para acoger lo que cambiaba para siempre la página de la historia y lo canta en el Magníficat de su permanente Visitación, como en los momentos cumbre de la muerte y resurrección de su Hijo y, finalmente, cuando el Espíritu Santo realizó la nueva creación del mundo en Pentecostés.

Por eso estamos aquí, nosotros que llevamos varios años tratando de descubrir, recibir y encarnar los anhelos que sobre la Provincia tiene Aquel que es la Verdad siempre nueva. Venimos a dejarnos enseñar y dejarnos empapar por María acerca de cómo abrirnos en los próximos capitulares días para recibir lo que, ante Dios, deba vivir y caminar nuestra Provincia en los próximos años.

Venimos a asociarnos más íntimamente a San Pedro y a San Pablo, dos revolucionados y, por ello, revolucionadotes del mundo en el cambio de época iniciada por Aquel que es el Señor de la Historia, de toda historia, de la historia de nuestra Provincia. Venimos a ser enseñados por ellos, dispuestos a que Cristo cambie nuestra mentalidad y permitamos que Dios se pasee en nuestro jardín no sólo a la hora del fresco de la tarde, sino hasta en la hora de nuestras pobrezas y de nuestras crisis. Evocamos particularmente a nuestro San Pablo, alegrándonos por sus dos mil años de existencia benéfica, de los cuales casi 400 los ha pasado alentándonos como co-Patrono principal que es nuestro.

Francisco, el de los 800 años de obra iniciada y, por afortunada gracia, nunca terminada sino por el final de la historia, nos recibe renovadamente como a hijos. El desde su presencia resucitada en nuestro propio interior, está interesado, como el que más, en nuestra Provincia y en el paso de historia que va a inaugurar en este Capítulo. El sabe que nuestra parte nos la enseñará Cristo, y sabe también que es la Forma de estos Menores aquí juntos. El está operante, unido a la operación santa del Espíritu del Señor, para influir de forma particular a la hora de estudiar y decidir las cuestiones capitulares que se nos plantearán de acuerdo a las necesidades expresadas e implícitas de la Provincia, recogidas en las encuestas y reuniones precapitulares tenidas en los meses inmediatamente anteriores, en las cuales la Provincia participó en buen porcentaje y a las que acudió con buen espíritu fraterno y menor y sin ánimos agresivamente combativos como en otras ocasiones.

Sabemos que la Trinidad toma siempre la iniciativa de ayudarnos, de darnos la sabiduría y de darnos su dinamismo creador y, con Ella, María, Pedro y Pablo y Francisco también ya lo hacen; hasta en algún sentido podemos decir que no hace falta que se los pidamos; también podemos decir que estamos aquí para que ellos nos dirijan sus ruegos y nos pidan que tengamos la apertura para recibir lo que ellos ya nos ofrecen. Este es nuestro asunto aquí y para los próximos días: ser receptivos de la novedad revolucionaria de la suma Trinidad y santa Unidad y receptivos de su sabiduría encarnadota, para prolongar un poco más la obra que lleva 800 años realizando la Gracia que nos da continuamente origen e historia.

Hermanos, los invito a que todos estos días capitulares y post-capitulares seamos receptivos para con el caudal de Dios que puede reformar nuestra Provincia si se lo permitimos. Así sabremos, como Francisco, cuál es nuestra parte. Nos acompañará María, la que sabe de los cambios de época a causa de la novedad que entra al mundo.

Les invito, como discípulos misioneros con María, a encontrarnos en silencio, ejercitando ya esa apertura receptiva, sin raciocinar, encontrando la actitud de incondicionalidad, como diciendo con Ella: he aquí el siervo del Señor, hágase en mí, según tu Palabra.

(silencio)

Con el mismo animo constructivo y fraterno manifestado en el pre-Capítulo, entremos, mis Hermanos, a toda esta riqueza y oportunidad, con la bendición de Dios a través de la de Francisco.
 

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